Con lecturas claras sobre el momento político que atraviesa el país, las nuevas autoridades de la Universidad Nacional de Mar del Plata advierten sobre el impacto del ajuste en el sistema científico, plantean una actualización profunda de la propuesta académica y reivindican la universidad como motor de desarrollo local.
En un gesto fundacional, asumirán el 1° de diciembre en la Casa de Italia, en el puerto, para subrayar que el futuro de la institución se juega dentro y fuera de las aulas.
Mónica Biasone y Marina Sánchez Herrero llegan al frente de la Universidad Nacional de Mar del Plata en un contexto que excede lo académico. Las universidades públicas se encuentran en el centro de una pulseada política por presupuesto, autonomía y sentido de lo público. Ellas lo saben y no relativizan la coyuntura: la consideran parte del desafío.
El espacio del que provienen —Transformación Universitaria— consolidó la continuidad de una gestión que evitó fracturas internas y preservó un esquema de acuerdos amplios en tiempos de polarización. La llegada de Biasone, primera rectora mujer en la historia de la institución, también aporta un mensaje político: renovación, diversidad y una conducción que busca ampliar la base de representación.
“Los liderazgos están cambiando en todo el mundo. También deben cambiar en la universidad”, afirman.
Y agregan que la discusión sobre la educación atraviesa no solo al sistema universitario, sino a la propia idea de ciudadanía.
El presupuesto como frontera política
Sin vueltas, Sánchez Herrero define el problema: “Sin financiamiento, el sistema se desmantela”. Las autoridades advierten que la no aplicación de la Ley de Financiamiento Universitario —sancionada dos veces— no es solo un incumplimiento legal, sino un giro político que compromete el futuro del sistema científico nacional.
El dato que aportan es contundente: 10.000 investigadores dejaron el sistema en el último año y medio. Una sangría que afecta la capacidad productiva del país, desde vacunas hasta tecnología, pasando por ciencia básica y aplicada. La pérdida de docentes, impulsada por salarios deteriorados, agrava la situación.
La discusión por la autonomía también tiene un trasfondo político. Biasone y Sánchez Herrero, en una extensa entrevista concedida a Mesa Chica, el programa de streaming de LA CAPITAL y Canal 8, no rechazan el aporte privado, pero advierten sobre un riesgo: que las líneas de investigación queden sujetas a intereses particulares y no a prioridades estratégicas del país. La defensa del modelo público aparece como un punto de identidad institucional y como una frontera política que no están dispuestas a ceder.
El proceso de actualización académica no es solo pedagógico: es político. Implica revisar estructuras, contenidos y metodologías que responden a un mundo que ya no existe. Sánchez Herrero lo sintetiza: “Tenemos que formar profesionales para un futuro que aún no conocemos”.
La irrupción de la inteligencia artificial, la demanda por carreras más cortas y la necesidad de competencias transversales obligan a repensar formatos. No para seguir modas, sino para sostener una idea de universidad que combina excelencia, democratización del conocimiento y pertinencia social.
La decisión de asumir en la Casa de Italia, en pleno puerto marplatense, no es un cambio de escenografía: es una declaración institucional. Significa desplazar a la universidad del centro simbólico —el Aula Magna— hacia el corazón productivo de la ciudad.
Ese espacio fue el primer centro de extensión de la UNMdP, creado para vincular la universidad con la comunidad inmigrante, trabajadora y portuaria. Las nuevas autoridades lo eligen como recordatorio de un origen: la universidad nació porque la ciudad la necesitaba, y su legitimidad depende de permanecer conectada con su territorio.
El puerto condensa identidad, trabajo, industrias, tensiones y sueños de movilidad social. Allí, donde confluyen colectividades y generaciones de trabajadores, Biasone y Sánchez Herrero quieren inaugurar un nuevo ciclo institucional. Una universidad que no se encierra: se expande. “Queremos asumir donde la universidad empezó a mirar a la ciudad. Ese es el mensaje: la universidad es de Mar del Plata”, resume Biasone.
Una agenda estratégica
Resaltan en la charla que el plan de gestión se articula alrededor de algunos ejes definidos: defensa activa del presupuesto universitario y del financiamiento del sistema científico, actualización curricular para adecuar la formación a un mundo tecnológico y cambiante, presencia territorial sostenida, con más extensión, más vinculación y más cooperación productiva, autonomía académica y libertad de cátedra como principios no negociables, participación estudiantil ampliada y estrategias para sostener y mejorar el acceso y más investigación orientada a problemas sociales, ambientales y productivos de la región.
Todo enmarcado en una idea central: la universidad como institución pública que produce conocimiento, movilidad social y cohesión democrática.
En tiempos de incertidumbre, Biasone y Sánchez Herrero reivindican el rol de la universidad pública como una de las pocas instituciones que aún sostienen un proyecto colectivo. Un lugar donde conviven investigación, docencia, territorio y futuro.
“Lo que hagamos ahora debe servir para que la universidad siga viva cuando nosotras ya no estemos”, dice Sánchez Herrero. Es una definición institucional más que personal: las gestiones pasan, la universidad queda.
Y si el acto de asumir en la Casa de Italia busca condensar un mensaje, es este: la UNMdP seguirá siendo un actor central en el desarrollo social, productivo y democrático de Mar del Plata. No solo una institución académica, sino un proyecto comunitario.
