Los dos hombres detenidos el martes en la investigación que la Justicia Federal lleva adelante por juego clandestino, casinos virtuales y lavado de dinero recién declararán en la mañana de este jueves.
El juez Santiago Inchausti decidió posponer la audiencia en la que los dos imputados iban a comparecer para dar su versión de los hechos o bien para, tan solo, negarse y esperar que el proceso evolucione en términos de cuerpo probatorio.
Según pudo saber este medio, los dos detenidos son Gerardo Mendiola, domiciliado en un departamento de calle Misiones de esta ciudad, y Franco Saraco, con residencia en calle Ceibos del barrio privado Rumencó. Ambos están acusados por la fiscal Laura Mazzaferri y por el juez Inchausti de participar en maniobras relacionadas con apuestas on line, tales como la venta de “créditos”, el fomento de páginas web ilegales, la obtención de ganancias suntuosas y el posterior reingreso del dinero “negro” por medio de estrategias de lavado financiero.
Mendiola está representado por Carolina Ciorda, letrada del Estudio Perelló, mientras que por Saraco, lo hace Facundo Capparelli.
En tanto, hay otros dos imputados con pedido de captura internacional. Esto obedece a que uno de ellos, argentino de nacimiento, tiene domicilio conocido en la República de Paraguay.
El modus operandis
Este grupo fue detectado por la Justicia en julio de 2024 mientras investigaba a Fabián “El Gordo” Di Julio, líder de una presunta banda dedicada a contrabandear teléfonos celulares con la complicidad de personal de la Aduana y vincularse al juego clandestino por medio de una página de apuestas on line.
Vale decir que Franco Saraco es hermano de Fabián Nahuel Saraco, también procesado en la causa original.
En esa causa se estableció que el supuesto lavado de dinero de las ganancias obtenidas de esas dos actividades ilegales se hacía a través de la compra de cryptomonedas. Ahora, esta nueva investigación tendría a la vista otra modalidad: se utilizaron “mulas financieras”.
Las “mulas” son personas vulnerables economicamente que prestan sus datos biométricos a cambio de dinero. Con esa información personal los imputados creaban, según la hipótesis fiscal, cuentas en aplicaciones de billeteras virtuales y hacia allí dirigian el dinero. El rastreo de esos activos se dificultaba cada vez más ante una nueva transferencia a estas cuentas.
¿Pero de dónde obtenían las ganancias? Este grupo se aprovechaba de una industria que está de moda y que afecta a gran cantidad de jóvenes y adultos: el juego on line. Alentadas por las grandes marcas internacionales de casas de apuestas, las que sí tienen el persmiso para esa actividad, mucha gente de manera masiva se arrojó a la fantasías de ganar dinero fácil. Vale decir que las apuestas on line tienen una gran presencia en los medios y en los principales deportes del mundo; basta decir que en Argentina seis de los equipos más grandes de fútbol tienen la publicidad en su camiseta.
Lo concreto es que ante las reestricciones de las “apuestas legales” tanto para la edad como para el intercambio de dinero, surgieron los sitios web clandestinos, en una versión moderna de los “levantadores” de quiniela de antaño.
Estos grupos administran paginas web radicadas en el extranjero y que ofrecen juegos de casino en su mayoría. Es tan grande la demanda de apostadores que se ha generado una “fuente de trabajo” que muchos marplatenses usufructan y que es la de ser cajeros virtuales. Los jugadores coordinan la compra de “créditos” y envían su dinero a estas cuentas fantasmas. En lo general, como pasa con la mayoría de los apostadores, pierden, pero si cada tanto ganan, se les transfiere esa ganancia.
El margen a favor de estos casinos hace que la rentabilidad sea enorme, tan así que las propias autoridades judiciales se sorprenden por los montos que se manejan.
Vale recordar que durante los procedimientos del martes se secuestró una importante cantidad de dinero en efectivo, entre ellos U$S 174.460, R$ 18.500, $13.720 uruguayos, $1.061.000 guaraníes y $2.817.600 en moneda argentina. También fueron incautados siete vehículos de alta gama, cuatro motocicletas de gran cilindrada, dos cuatriciclos, 30 teléfonos celulares, 11 computadoras y abundante documentación relevante para la causa.
