El 8 de octubre pasado quedó marcado como una jornada de profundo dolor: un bebé de dos años murió tras un accidente ocurrido a la altura del kilómetro 503 de la Ruta 11, en sentido hacia Mar del Plata. El vehículo en el que viajaba con su madre —un Ford Ka— se despistó, embistió contra una columna de alumbrado público y se partió a la mitad.
La tragedia, ocurrida cerca del GADA 601, dejó a la madre en una severa crisis nerviosa y a su hijo fallecido en el acto. La fiscalía de Delitos Culposos, a cargo de Germán Vera Tapia, está al frente de la investigación y ordenó peritajes en el lugar para reconstruir la mecánica del siniestro.
El hecho conmociona no solo por su dramatismo sino porque vuelve a poner en foco el estado de esa ruta: cómo está diseñada, qué riesgos presenta y qué medidas urgentes podrían evitar nuevas víctimas.
Entre Santa Clara del Mar y Mar del Plata hay unos 18 kilómetros de distancia. En ese trayecto, la Ruta 11 adopta la forma de autovía: dos carriles por mano, separados por un cantero central con postes de iluminación y vista al mar.
Es un paisaje atractivo, pero también una trampa potencial. El diseño no siempre contempla barreras adecuadas ni drenajes suficientes para el agua de lluvia, lo que convierte un simple error de conducción en una tragedia. Un despiste o una distracción pueden terminar en un impacto frontal contra una columna rígida.
Además de las condiciones del camino, hay un patrón de conducta repetido: exceso de velocidad, subestimación de riesgos y distracción visual por el entorno costero.
“La ruta no admite errores humanos”
Para Osvaldo Petcoff —ingeniero mecánico y perito en accidentología vial en los tribunales de Dolores y Mar del Plata— el problema de fondo radica en la posesión de obstáculos “insalvables” en la zona central, como las columnas de alumbrado.
“Generalmente no se ponen los postes en el medio para que separen los dos carriles rápidos. Porque habitualmente podés despistarte… pero generalmente queda en un trompo. Pero al tener un obstáculo sobre el carril rápido el resultado es diferente”, explicó en diálogo con LA CAPITAL.
Petcoff señala que una solución intermedia, más realista que cablear toda la iluminación nueva (lo que sería “muy engorroso y caro”), consiste en instalar guardarraíles robustos en el cantero central: de modo que si un vehículo sale de su carril choque contra el guardarraíl y “haga patito”, sin llegar a impactar la columna de luz.
“Si no quieren poner guardarraíl metálico, están los de cemento. Pero el punto central es que no haya un obstáculo que sea insalvable, como es una columna”, consideró
Para el perito, los accidentes en esa ruta son “un combo de factores”: el exceso de velocidad, la percepción errónea de espacios, el agua acumulada en el carril rápido que propicia el hidroplaneo, y la distracción visual hacia el mar.
Ante esto, el perito en accidentología vial expresó: “Como la ven abierta, con el mar a un costado, consideran que hay mucha distancia. En cambio en rutas cerradas los conductores van más lento. Cuando llueve el agua se acumula en el carril rápido, eso hace hidroplaneo y depende del rango de velocidades en que vos vengas, se hace un combo muy peligroso. Por eso hay un componente muy grande de distracciones, la ruta no acepta errores humanos”.
Petcoff subraya que el asfalto de la Ruta 11 no está en mal estado, pero los elementos de protección y diseño son débiles frente a los errores humanos, por eso destacó que es “importante” proteger lo que genera el accidente mortal.
Necesidad de educación vial

Foto: Pablo Funes.
Horacio Fernández, director de Defensa Civil del partido de Mar Chiquita —cuya jurisdicción incluye Santa Clara del Mar— consideró que ese tramo de la Ruta 11 no debería interpretarse como autovía de alta velocidad, sino como una “avenida” con velocidad límite entre 60 y 80 km/h, dado su entorno urbano y riesgo.
“Esta ruta decimos que es una autopista, pero es más una avenida. Hay que empezar a respetar la velocidad, ese es el paso número uno. No respetamos la velocidad, no respetamos los semáforos, la gente va a más de 100 y pasan las cosas que pasan”, expresó.
Para Fernández, la solución también implica sanciones más estrictas, como la instalación de fotomultas: “Hay que poner sanciones. Empezar a poner el fotomulta como tienen todas las autopistas. Nosotros tenemos que empezar a educarnos, el argentino es maleducado, no tenemos educación vial. Después echamos la culpa a la ruta, pero tampoco ponemos nosotros un granito de arena”.
Sobre mejoras estructurales, Fernández coincide con el perito Petcoff en la necesidad de reforzar el cantero central con hormigón para evitar que un vehículo impacte contra las columnas.
“Sería bueno hacer un cantero en el medio, con hormigón, porque así en un accidente no pasa el auto ni para un lado ni para el otro, es como un parachoque. A la ruta le faltaría un poco marcarla, porque de noche, a pesar de que tenemos las luces, haría falta marcarla más”, dijo el funcionario del partido de Mar Chiquita.
Fernández recalca que muchos conductores operan como si no estuvieran en vía urbana y circulan “a fondo”, sin respetar semáforos o adelantamientos imprudentes, por eso insistió en la necesidad de mayor educación vial y el respeto por las normas.
El tramo costero de la Ruta 11 entre Mar del Plata y Santa Clara del Mar combina belleza y riesgo. Su diseño, más cercano para un paseo, no perdona errores cuando se maneja a gran velocidad: una distracción mínima puede ser fatal. La muerte del niño de dos años volvió a demostrar que el problema no está solo en el estado del asfalto, sino en una mezcla peligrosa de factores: infraestructura deficiente, velocidad excesiva y falta de cultura vial.
Si no se corrige esa combinación, los accidentes seguirán repitiéndose en esa media hora de viaje que conecta Santa Clara del Mar con Mar del Plata y que cientos de vehículos recorren cada día.