Que veinte años no es nada: “del no al ALCA y el fuera Bush” a la llegada de los “marines” de Estados Unidos a la ciudad
Hace veinte años, casi en estas mismas fechas, el Air Force One descendía sobre el cielo marplatense con toda la solemnidad imperial del siglo XXI. George W. Bush, presidente de los Estados Unidos, llegaba a la Cumbre de las Américas de 2005, blindada por un operativo de seguridad que transformó a la ciudad en una postal de la Guerra Fría. Helicópteros, francotiradores, cordones policiales y una sensación inédita: Mar del Plata era, por unos días, el centro del continente. Adentro del Hotel Hermitage, los presidentes debatían el futuro del comercio hemisférico bajo el nombre seductor del ALCA, el Área de Libre Comercio de las Américas. Afuera, otra cumbre —más ruidosa, más popular y mucho más recordada— se gestaba en el estadio Mundialista. Allí, con banderas, bombos y un Diego Armando Maradona desafiante bajo una gorra que decía “Chávez”, se montó el espectáculo político más potente de aquel noviembre: la contra-cumbre del “No al ALCA”, encabezada por Hugo Chávez, Evo Morales y un puñado de dirigentes sociales y sindicales que convirtieron el estadio en una fiesta latinoamericana.

Mientras Néstor Kirchner intentaba sostener el equilibrio diplomático dentro del Hermitage, afuera Chávez agitaba la multitud y Maradona levantaba los brazos ante el grito unánime de “¡ALCA, ALCA, al carajo!”. Fue el fin del sueño norteamericano de un mercado continental y el comienzo de una nueva narrativa de soberanía regional.
Mar del Plata fue escenario y símbolo: la ciudad que le dijo “no” a Washington. Veinte años después -hoy habrá un acto en el Auditorium con la presencia del gobernador Axel Kicillof-, el mismo aeropuerto recibe otra visita norteamericana. No llega Bush, sino los marines de Estados Unidos, que desembarcaron para participar del Operativo Conjunto “Tridente” junto a las fuerzas armadas argentinas, en la Base Naval y en aguas jurisdiccionales. Ya no hay marchas, ni banderas, ni discursos inflamados. Solo comunicados oficiales, sonrisas diplomáticas y silencio mediático. La historia, se sabe, no se repite, pero rima. En 2005, Mar del Plata fue el escenario donde se rechazó un modelo de dependencia comercial; en 2025, parece aceptar sin debate una forma más discreta de subordinación estratégica. Del “Fuera Bush” al “Bienvenidos al Tridente” y a los comandos de Operaciones Especiales de la United States Navy, los conocidos SEAL (SEa, Air and Land), dos décadas bastaron para pasar de la resistencia a la cooperación sin escalas.

El contexto cambió: la multipolaridad global, el ascenso de China, la fragilidad económica argentina y la necesidad de “mostrar confiabilidad” ante Washington. Pero el gesto tiene la misma lectura simbólica: Estados Unidos vuelve a tener presencia visible en la costa argentina, aunque ya sin épica, sin ruido, sin resistencia. Aquel noviembre de 2005 quedó en la memoria como una jornada de afirmación latinoamericana. Este de 2025, en cambio, pasa casi inadvertido. La diferencia tal vez no esté en ellos, sino en nosotros: antes discutíamos el rumbo del continente; hoy, apenas administramos las corrientes. Hace veinte años, Maradona agitaba una bandera y gritaba “Patria o colonia”. Hoy, los marines desembarcan discretos, con banderas plegadas y permisos firmados. Mar del Plata vuelve a ser escenario del vínculo con el poder del Norte solo que esta vez, sin espectadores.

Lo cierto es que en las últimas horas -pudo saber este medio- arribaron a la ciudad casi una veintena de Seals (19 para ser exactos) y en el aeropuerto de Camet aterrizó un Boeing C 40 Clipper de la Armada de Estados Unidos. Tres equipos de Seals -la principal fuerza de operaciones especiales de la Armada de Estados Unidos siendo sus misiones principales los reconocimientos especiales, acciones directas, defensa interna en el extranjero, contraterrorismo y rescate de personal- llegaron a Mar del Plata discretamente en vuelos comerciales de línea en diferentes días de la semana. Ya en la ciudad, los 19 militares extranjeros se concretaron para identificar equipos y armamentos -municiones, M18, pistolas y raciones frías de comida- y no tuvieron inconvenientes para poder retirarlas del aeropuerto. Algo totalmente diferente a lo sucedido en 2015 cuando en el arranque de lo que sería un operativo similar el gobierno nacional les incautó el armamento por lo que decidieron emprender el regreso. Para el próximo 17 de noviembre está previsto el fin del operativo conjunto, y si bien, con lógica, nada se informó sobre las tareas a desarrollar, no se descarta que se realicen maniobras y operaciones en las inmediaciones de la milla 200, donde se concentra la flota pesquera extranjera que muchas veces viola las reglamentaciones en vigencia e incursionan en aguas jurisdiccionales del Mar Argentino. “Los que llegaron -reconoció una alta fuente militar- son miembros de la principal fuerza de operaciones especiales de la Marina de los Estados Unidos. Su entrenamiento es extremadamente exigente, tanto física como mentalmente y son mundialmente reconocidos por su disciplina, eficiencia y por misiones destacadas como la operación para eliminar a Osama Bin Laden”, detalló.

“La mayor importancia está en adquirir conocimientos y tácticas para el abordaje de buques ilegales en el Mar Argentino. Muchas veces se han realizado operativos, secuestros incluso de barcos chinos y, por diferentes tecnicismos, la justicia federal, que interviene en estos casos, deja sin efecto las medidas. Va a ser una colaboración muy estrecha”, detalló una altísima fuente del ministerio de Defensa que recordó que a comienzos del año un avión del Departamento de Defensa de Estados Unidos trajo a la Argentina seis mini submarinos -tienen capacidad para dos personas- que se entregaron en mayo y están en Mar del Plata”. La Armada estadounidense, ya comenzó a trabajar con el minisubmarino -SDV- SEAL Mark 11, con el que pretende reemplazar los más antiguos Mark 8, algunos de los cuales llegaron a Mar del Plata. En esta ciudad, trascendió que la participación local incluye a 40 integrantes de fuerzas especiales (de la Agrupación Comandos Anfibios y la Agrupación de Buzos Tácticos) 60 en el patrullero oceánico ARA Bouchard, 35 en lanchas rápidas y 15 en un helicóptero SH-3 Sea King. Cabe recordar que en septiembre pasado, el presidente Javier Milei firmó el Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU) 697/2025 que autorizó la llegada de tropas estadounidenses a la Argentina, con especial foco en Mar del Plata.

El DNU, publicado en el Boletín Oficial, habilita hasta 30 integrantes de la Guerra Especial Naval de Estados Unidos, incluidos Navy SEALs, quienes realizarán maniobras junto a comandos anfibios, buzos tácticos y apoyo logístico de la Armada Argentina. La medida generó debate, ya que la Constitución establece que la autorización para el ingreso de tropas extranjeras corresponde al Congreso, aunque el Ejecutivo avanzó por decreto tras enviar un proyecto al Parlamento sin respuesta. Según el Gobierno, la decisión se justifica “por la naturaleza excepcional de la situación planteada” y busca fortalecer la interoperabilidad y capacidad de defensa de las fuerzas navales argentinas. “El Ejercicio Tridente comparte la experiencia acumulada por las Fuerzas Navales Especiales de los Estados Unidos de América en operaciones combinadas, tanto en contextos de combate como en asistencia humanitaria, constituyendo un recurso invaluable para potenciar nuestras capacidades nacionales”, detallaba el documento.

Este año, el jefe del Comando Sur de los Estados Unidos, el almirante Alvin Holsey, visitó Argentina dos veces. En abril, estuvo en la Base Naval de Ushuaia y, más tarde, en agosto, manifestó su preocupación por la “creciente amenaza de las organizaciones criminales transnacionales”. Según Estados Unidos, estos grupos alcanzan ingresos anuales de US$ 358.000 millones gracias al tráfico ilícito de drogas, armas, personas, recursos naturales y vida silvestre. En esa misma visita, Holsey alertó sobre la necesidad de una “cooperación decidida” contra la influencia china en el Cono Sur y la región de América Latina en general. Otra de las bases militares que incluye la Operación Tridente es la Base Naval Ushuaia (también conocida como Base Naval Integrada Almirante Berisso). Uno de los primeros en reaccionar a la medida de Milei fue el intendente de Ushuaia, Walter Vuoto, quien advirtió que “Tierra del Fuego no es moneda de cambio para sus fines electorales. Es la puerta de entrada a la Antártida, es el territorio que protege nuestra reivindicación sobre las Malvinas y sobre todo, es nuestra casa”. En tanto, distintas fuentes coincidieron en recordar que “la autorización para el ingreso de las tropas norteamericanas se aprobó en momentos en que se reactivó el interés del gobierno de Trump en el avance de la Base Naval Integrada y un polo logístico antártico en el extremo sur del continente”. En lo que respecta a Mar del Plata, oportunamente el ministro de Gobierno de la provincia, Carlos Bianco, en relación a estos operativos advirtió que “eso puede tener impactos ambientales, logísticos y en materia de seguridad”. “Hemos llevado adelante un pedido de informes al Ministerio de Defensa y aún no tuvimos respuesta”, reveló.
